En el marco del estreno del documental, El año de todos los peligros (Al Fondo a la Izquierda), en Paris entrevistamos al cineasta Marco Enríquez-Ominami Gumucio quien nos contó acerca de esta película que se estrena esta semana en Chile.
¿Cómo surge este estreno? ¿Cuál es el asidero de este documental que lleva años filmándose?
Tengo doble nacionalidad, y la reivindico mucho, franco-chilena. También a su vez reconozco que tengo doble identidad en términos de director y político. Esta película junta los dos mundos a través de lo visual, y me permite responder una pregunta. Por qué tanto yo como toda la tradición a la que pertenezco está perdiendo, a mi juicio. Aunque hemos ganado algunas de las elecciones, estamos perdiendo las elecciones de manera arrolladora, contundente, sistemática y profunda. ¿Por qué creo que hemos perdido la batalla cultural? Porque creo que la Derecha ganó una batalla muy importante respecto a la solidaridad, los valores que supuestamente encarnan la Izquierda. Esta idea simple de los ciclistas. Que juntos uno llega más lejos, y solo llega mas rápido. Ese es como un resumen. Por qué perdíamos elecciones. Todos. De algún modo aunque se ganó en México, se ganó en otros países, básicamente perdimos. Y hay derrotas muy elocuentes. Piñera volvió a ganar por segunda vez. Los chilenos ya lo conocían y lo reeligen. Macri, Bolsonaro, Abdo en Paraguay, Duque en Colombia, Lenin Moreno. O sea es bien impactante cómo valores completamente contradictorios ganan de manera tan sincrónica. Entonces en el documental, esa es la pregunta formal. Y después, más de fondo, a mi siempre me ha fascinado el poder. Los hombres o mujeres del poder. Son hombres que reflexionan, son hombres imperfectos, pero tienen responsabilidades de Estado. Participan de la razón pública, y es interesante entrevistarlos cuando tienes otra ventaja. Yo participé de esa lógica. Yo fui candidato presidencial, muchos me han pedido consejos, entonces tengo una razón especial y encontré que fílmicamente eso iba a liberar las palabras con otro estándar. Preguntarle a Nicolás Maduro, a Rafael Correa o a Evo Morales, pudiendo hablar de otra manera con ellos, sin la condena ni la acusación de un periodismo ramplón, a veces, de un periodismo investigativo de cuarta categoría, de un periodismo primitivo medio escolar “Presidente póngale nota, presidente diga A o B, defínase”. Distinto es decir, “te dejo hablar, dime cuál es tu plan para esta crisis”. Y creo que eso se logró, y me tiene contento la película, lideré la palabra de líderes de otra manera. Hombres de poder y mujeres de poder, por ejemplo Dilma Rousseff , pero de otra manera. Está Pepe Mujica también, son 5 presidentes y 7 países.
De todos ellos ¿Cuál te costó entrevistar?
Como soy un animal político, es muy difícil responderte, porque es mi piscina temperada. Yo vengo así. En el exilio caímos presos, la embajada, estuve rodeado de políticos. Para mí son animales amigos, conocidos. Nunca me han sorprendido los hombres del poder. No me impactan. Me fascinan, los estudio. Raul Ruiz me producía mucho más nervio. Eso me parecería a mi. Probablemente a ti te debe impactar más, me imagino, un hombre de poder que un artista. A mi me pasa lo inverso. Adolfo Couve decía que pintar le salía demasiado fácil, entonces le gustaba escribir. A mi me pasa de algún modo, aunque parezca increíble, y se van a enojar todos mi enemigos, no quiero ser arrogante. La política es lo mío, lo difícil es el arte. Lo que me cuesta es el arte, lo que me impacta, y me parece desconocido son los cineastas, los directores, eso me parece fascinante. Yo he tratado de serlo de algún modo, pero tengo estaotra vertiente del poder, de la política. Ninguno me sale difícil, quiero responder con humildad, en realidad, ninguno. Me parecieron todos sujetos fascinantes, imperfectos, y seres humanos. Profundamente humanos. Hay reglas en la política mucho más predecibles que en el arte. Hay una regla. Maduro hoy día es el niño símbolo de todos los males, entonces hay que odiarlo. Yo traté de deconstruir eso, escuchémoslo. Después Dilma es el chivo expiatorio de Brasil, cuando en realidad la tipa no es tan mala, ni lo hizo tan, tan mal como para lo que está viviendo Brasil. Me parece que no, ninguno me costó tanto para serte honesto.
¿A cuál de todos admiras más?
Es muy difícil ese juego, porque como autor es difícil empezar a ponerle una nota, me cuesta jugar a eso. Pero ponerlo en positivo. Rafael Correa siempre ha sido un personaje que yo he admirado mucho en su audacia. Puedo no compartir miles de cosas, pero me parece un tipo completo. Economista, que le preocupa el arte, la filosofía. Que piensa, que duda, que reflexiona. Está en la acción, pertenece a mi generación también, estamos cerca en términos etarios, culturales.
Justamente, él decía en la película que hoy más que nunca es contingente la oposición Derecha la Izquierda.
Yo discrepo. Creo que hay una verdadera diferencia en el rol del capital y el ser humano. Algunos creen que el capital es una realidad y hay que simplemente someterse a eso. Y la gente más de Izquierda creemos que no, que el ser humano está previo al capital. Una discusión sobre dónde se sitúa el capital, el ser humano. Una dialéctica media jodida entre amo y esclavo. Uno cree que son una discusión distinta respecto al mercado. Cuál es el rol del ser humano respecto al capital. El dinero como ordenador de la vida. Sin ser muy hippie ni muy volao’, a mi me parece prudente decir que no. Que hay ciertas garantías que deben estar dadas. Uno no plebiscita si es normal violarse niños, está zanjado. Ningún presidente pondría en duda “Sería buenísimo que discutieramos que en realidad los menores pueden ser violados” no, eso no se discute. Eso quiere decir que, entonces, hay un límite al capital. Hay valores que vienen con la esencia de la humanidad, que son nuestra esencia. No todo se debate. En la comida tú no vas a debatir “Mira qué rico, ayer participé de una violación a un niño fue encantadora la relación, lo único malo es que gritó mucho” eso no va a ocurrir en una conversación, porque eso no se acepta, no se tolera. Supongo que hay límites en que la filosofía le gana, la reflexión le gana, los valores le ganan a la economía. Eso sí me parece una discusión de Izquierda y Derecha. Donde tengo una diferencia con Rafael, es que él cree que esa frontera tan nítida es compartida, yo creo que no. Yo creo que buena parte es la clase media. Hoy día tienen super establecido que el mercado, la competencia, que el mérito. Valores que para mi igual son atractivos, no en exceso, deben gobernar la vida. Y que la solidaridad, que la garantía, el derecho garantizado aplasta el mérito. Yo creo que hemos perdido esa batalla, y que la Derecha e Izquierda se confunden hoy en día. No es tan claro que la Izquierda sea la defensa de los valores. Hoy día es Venezuela, es el Estado, es la nacionalización. No somos eso, somos mucho más que eso.
El problema de la Izquierda, que lo dices también en la película, es haber pactado. Que ese sería hoy día el pecado original de la Izquierda.
Eso lo dice la gente en la calle. Porque en el documental hacemos algo que es un documental de autor. Por tanto, no es un reportaje. Esto es re importante, porque a veces nuestros compatriotas tienden a pedirle a un documental lo que ellos llaman la «falsa objetividad» que tiene el periodismo. Que no la tiene tampoco, pero se nos pide «¿por qué no muestra los dos lados?». Y no tengo ningún interés en mostrar los dos lados. Esto es sobre la Izquierda, desde la Izquierda, de un hombre de Izquierda, que se pregunta por qué la Izquierda está mal. No tengo por qué ir a ver a ningún líder de oposición de nada. Es una reflexión de eso. Y creo que por eso mismo es más rica, porque es más auténtica, más libre. Ve la mirada de los presidentes conmigo. No están asustados. Se liberan. Conversamos públicamente, con los riesgos que eso significa. Y al lado de eso, estos presidentes dejan caer en algo que está ahí. Que son animales de poder y extremadamente equivocados en muchas cosas. Eso es otro tema del documental. Muchos usan a Estados Unidos como ejemplo, y dicen «Yo no pacté a Estados Unidos». Y en cambio, otros dicen no, no es el tema. Y la gente en la calle, porque sí le di la palabra a la calle, de manera bastante seria porque grabé muchos días en cada país. Uno de ellos dice «El error de la Izquierda es que pactó con la Derecha o con los empresarios». A la Izquierda se le pide una identidad, una pureza, una autonomía, que a la Derecha no se le pide. Uno acepta que en la Derecha sean todos unos tipos fríos como pescados, que lo que importa es ganar más y punto. Pero a la Izquierda se le pide,además, que sean santos. Yo creo que es un error. Porque la Izquierda por definición es parte del juego de poder, y hay que pactar. Entonces dicen «¿Cómo te pudiste haber reunido con X?». Y cuando uno es presidente, se reúne con sus peores enemigos. Para sacar las leyes en una Democracia, tienes que obtener los votos de los que no están de acuerdo contigo. Yo siendo diputado, hablé con Alberto Cardemil. Hablé con diputados golpistas. Hablé con diputados pinochetistas y les pedí el voto. No me arrepiento de nada, saqué leyes progresistas. No veo en qué parte eso se transforma en alguien que no es serio. Yo creo que gobernar es decepcionar. Pero además, creo que hay que pactar. Hay una petición de los votantes «Los de Izquierda no pueden pactar». Bueno, entonces, cuándo no pacta es Venezuela.Venezuela no pacta, Maduro no pacta. Yo no he visto ninguno de esos votantes decir que Venezuela es el ejemplo. Lula es el mejor presidente del mundo según las encuestas y fue alguien que pactó y mucho.
Pepe Mujica, dice: «Triunfar no es solo ganar elecciones, es levantarse todas las veces que sea necesario». Tu ganaste elecciones y perdiste elecciones. ¿Para ti qué es triunfar?
Primero, a Pepe lo adoro y lo admiro. Pero creo que Pepe en eso no es suficientemente autocrítico. Fue candidato de una primaria, y fue candidato presidencial e hizo hartas cosas para ganar. Le gustaba ganar. Pero cuándo eres candidato a presidente, hay una sola silla, no hay dos. El ego que hay que tener para ser candidato presidencial. Pepe participa de eso. Un siquiatra, un sicólogo te dirá que uno es narciso. ¡Sí! porque pensar que tú eres el más preparado de una nación para ser presidente de tu país, tienes que creértelo. Recordar que también él participó de una lógica muy ambiciosa. Fue candidato a presidente, un solo cargo, el hombre más importante de Uruguay. A Pepe lo malinterpretan como el hombre que no tiene poder. No, Pepe fue un hombre de poder ¡Perdón!, no cuando era joven, ahora. Hace tres años Pepe era un animal político. Competía, conseguía recursos, hacía campañas, como todos nosotros. Te dicen «No, es que Pepe es distinto a ustedes». ¡No! Es distinto porque a ti no te agrede, no te violenta, porque el tipo no quiere tu voto. Pero esta idea de que él es sabio, dejó la política por lo mismo. Pero a mi me parece, que hay que pactar, y que la ambición es muy importante, y que hay que hablar de la ambición.
Entonces, ¿triunfar sería estar en el sillón presidencial?
Hay una vieja anécdota, que es sobre Pancho Villa y Rafael Zapata. Zapata no quiere sentarse y Pancho Villa le dice «Siéntate en el trono» y Zapata dice «Yo no me siento en la silla que el poder corrompe». Bueno, no existe el vacío, alguien va a usar esa silla. Es un pecado decir «Prefiero usarla yo a que la use un corrupto, un ladrón, un asesino». ¿Cuál es el pecado de decir «Sí, yo quiero sentarme ahí». Quiero usar esa silla para algo. Me parece que no, que es parte de la trampa, hay algo infantil en esa discusión. «Ay , es que son muy ambiciosos», «Bachelet no era ambiciosa». Bachelet fue dos veces candidata presidencial. Penalizar la ambición me parece un enorme error. Me parece que no hay nada más sano que decir «SÍ, yo quiero». Tú me pediste una entrevista. Tu frase fue «Quiero entrevistarte». «Oh, María Olga, francamente una depredadora, es voraz, qué ambiciosa es». Bueno, tú querías una entrevista, yo quiero ser presidente. Me han criminalizado porque se me ocurrió tres veces «Sí, quiero», antes de «No quiero». Yo tenía un abuelo que se llamaba Rafael Agustín Gumucio que fue muy importante como político, y el viejo llamaba a su nieto preferido, y en las noches hablaba con él, vívi con él. Y un día le dije «Abuelo, usted por qué nunca fue candidato presidencial? y me dijo «No, me lo pidieron muchas veces» y le repetí la pregunta «¿Abuelito, por qué no fue candidato presidencial?». El tipo fue senador, presidente de la DC, del MAPU, la Izquierda Cristiana. Fundó todo lo que se pudo fundar como partido. El viejo me repitió la respuesta «Lengua de madres» que significa «No decir nada». Le insisto, ¿Por qué no? “Sí, me lo pidieron” y ahí yo le dije «Basta, ¿quería ser o no quería ser?» y me dijo «Bueno, me habría gustado». Al pobre viejo lo esterilizaron de su deseo. No conozco un político que no quiera ser presidente. Yo ya dejé la política. Hoy te puedo decir formalmente: no, gracias, estoy fuera, estoy haciendo otra película. Bueno, cuándo quiera ser presidente lo seré de nuevo. No me acomplejaron nunca todos esos críticos que decían «No, es que Marco es patético sigue siendo candidato». Nada más transparente, me estoy sometiendo el voto. Que me digan que no la gente, no mi adversario. Y me dijeron que no, por lo demás, bien claramente la última. Y vivo con mi deseo noble, quise ser presidente del país, y el 95% me dijo que no. Tapa clara. Listo, tomé nota, no pasa nada, la gente me dice «Debe ser muy duro», nada. Hago películas. Tengo otra vida. Yo he sido clarísimo en mis deseos. Quiero hacer una película sobre la Izquierda, la hice. Quiero hacer ahora una película sobre el Papa. Quiero hacer las cosas y tengo la fuerza. Las cosas que me propongo, las hago.
Con respecto a la película El año de todos los peligros. En varias partes se dice que lo que ha hecho mal la Izquierda es contar la historia de mala manera.
Yo creo que la biografía es más que la ideología. Hoy, de algún modo, estamos en una crisis de biografías. Ya no hay nuevas biografías. Te guste o no te guste pero los líderes de Izquierda: Chávez, Cristina Fernández, Lula, Dilma, Pepe, Bachelet. Todos han tenido unas biografías que son magnéticas. Presos, resistentes, prófugos, acusados de no sé qué y ahí están resistiendo. Yo no veo hoy día en la Izquierda líderes que tengan una gran biografía. De mi generación no hay nadie que tu digas «Wow, o sea que el tipo hizo tal cosa, escribió tal cosa, dio ideas». Veo unos diputados de cuarta categoría. Tengo un gran desprecio por la clase política en general. Por eso me va tan mal. Porque me peleo con todos, tengo la peor opinión de casi todos. Los encuentro bien patéticos y les gusta la plata, le gusta el cargo, les gusta el estatus. Tengo una muy dura opinión. Pero en la Izquierda no veo nada que me llame la atención. Creo que incluso diputados que aparecían como la nueva generación se volvieron francamente deficitarios, para ser elegantes. Se pelean por cosas infantiles, se pelean por Twitter. El mundo está hirviendo, está el mundo canibalizándose por el cambio climático y los tipos están discutiendo que el tweet, no sé qué. Que viajaron con no sé qué. Francamente, me aburren. Primero, en términos de biografía y lo otro el relato de la Izquierda, nos volvimos conservadores. Creo que siempre las elecciones son un plebiscito sobre lo que viene, no sobre lo que pasó. Cuando el plebiscito es sobre el pasado, lo pierdes siempre. Porque tú misma estás pensando en lo que viene después. El tiempo es fascinante, filosóficamente. Un pueblo que va a votar, ellos creen que es sobre el pasado, y es exactamente lo contrario. Es sobre lo que viene, y ahí creo que estamos nosotros super deficitarios. Estamos defendiendo la época pasada, los logros. «Lula fue un gran presidente» ¿Y qué importa? No he escuchado a alguien que diga «Lula quería hacer esto». En eso creo que la Derecha ha sido más astuta.
¿Cuál es tu mirada sobre el cine chileno?
Confieso que llegaba tan cansado que terminaba viendo Friends. Para la dignidad de mi estado mental. Era eso, llegaba a las tres de la mañana y era lo que mi mente podía tolerar. Tengo un gran vacío cinematográfico de una década, porque lo confieso, no tengo ningún problema. Intenté ir al teatro y a veces es un deporte de alto riesgo porque hay cosas muy buenas y cosas. Te las ponen muy difícil porque las butacas no las han agrandado. Te ponen en sillas de guaguas dos horas. Tengo malas experiencias, para ser honesto. Fui un gran asiduo al cine y terminé a un nivel muy bajo. Estoy viendo documentales, mucho, en eso estoy más al tanto. Ficción, estoy fuera. Estoy super fuera. Me fui quedando por ahí. Y después creo que el drama del cine chileno es que éramos esclavos de la tele. Los elencos son los de la tele, son los mismos lenguajes. Me pasa que es como la reproducción de la televisión. Las mismas actrices, los mismos actores. Es tan pobre el financiamiento del cine independiente que terminamos mostrando todo lo que la televisión muestra. Y mi cine, a mi juicio, es mostrar lo que la televisión no muestra. La tele les muestra esto y nosotros les mostramos otra cosa. Se supone.
El documental fue recién estrenado en Chile. ¿Tienes alguna expectativa?
Esto no lo he dicho nunca en una entrevista, pero como te tengo gran aprecio y admiración, hablo más libre. He hablado más rápido que otras veces. Lo hago de adrede para que no entiendan nada. Yo viví muchos años en los ojos del otro. Seduciendo, tratando de convencer. Lo rico de una experiencia tan feroz, tan traumática como haber sido candidato presidencial 3 veces, el más joven de la historia, todo eso que viví. Conozco tantos chilenos, conozco tanto el alma de mi país, conozco tanto lo que hay en ese pueblo, que es lo que me sostiene todavía. Todas las acusaciones me resbalan porque creo que valió la pena. Son todas injustas, pero valió la pena por todas esas miradas de gente. Ese Chile me conmueve y tengo más interés en eso. Y lamentablemente los estrenos se dan en espacios muy alejados de ese Chile. Si me preguntas, me habría gustado hacer un estreno popular, lo pedí 100 veces. Pero el realismo dio la inercia, estoy un poco desbordado de pega, y agradezco de quienes lo organizaron, y estoy feliz de que se haga ahí, pero yo había pensado estrenarlo en un liceo fiscal, en un gimnasio. No me acuerdo en qué lugar va a ser, y están todos invitados. Me habría gustado algo más popular, espero que recuperemos lo que yo propuse. Que hiciéramos un recorrido con la película. Hay un alma de Chile que me conmueve más. Cuando llegué a Chile me parecía horroroso y siempre lo he dicho. Y me odian y yo también a ellos, la élite chilena. Es recíproco. Yo vengo de esa elite y es la razón por la que me deben odiar el doble. Los detesto, los encuentro patéticos. Provinciada, racista, homofóbica. Cada vez menos homofóbica, pero muy racista, clasista. Traté de seducir a esa élite mucho tiempo. Traté de relacionarme, de encajar, de ser adaptado. Después el 2009 fui el niño regalón de ellos, después me odiaron. En ese juego, hoy día estoy en un momento más bien de indiferencia. No es una mirada que me importe.
Sin embargo, tu hija está en el mismo colegio en el que tú estuviste.
Algunos apoderados me han insultado. Un debate con mi yo antiguo: ¿Por qué vivo en Vitacura?, ¿por qué tengo zapatos?, ¿cómo se me ocurre venir a París? Es como decirle a un obrero que para hacer cemento meta la cabeza en el cemento para saber si el cemento está bueno. Me parece el cuarto grado de la conversación. Contradicción que yo siempre he dicho que sí, transparente. Vives en un país Pinochetista, vives en el barrio alto. Sí, y soy hijo de Miguel Enríquez. Mi papá asaltaba los bancos donde yo tengo cuentas bancarias. Yo tengo cuenta en un banco que mi papá asaltaba, para hacerlo super fácil. Esa contradicción, nada. Hay que vivirla con sentido del humor. Cuándo llegué a Chile dije «Hagámoslo fácil, todo esto me parece horroroso, pero adentro habrá gente fascinante”. Pero tengo una crítica muy severa. Por eso creo en la educación pública. La pregunta de cuarto nivel es «¿Y por qué tu hija no está en un liceo?». Por eso mismo, porque han destruido la educación pública en Chile. Me gusta esa frase de los políticos franceses «Primero la república, después el país». En Chile es «Viva Chile mierda». En Francia es «Viva la república y viva Francia». Chile no es república, partir por la república. Anda a decirle un compatriota que es mejor la república que Chile. Anda a decirle que Chile es menos importante que la república. Me parece más importante un ideal republicano y después de la identidad. La república es una identidad mucho más cómoda que la nacionalidad.
Fuente: Culturizarte.cl